La familia, según el funcionalismo sociológico, cumple la función de dar soporte a la persona, soporte emocional, social y económico. Esta situación se agrava en países como España, con un modelo mediterráneo de Estado de Bienestar que mezcla sanidad y educación públicas y universales con un sistema de prestaciones sociales donde se prima a quien más ha cotizado y se castiga al que menos.
En la coyuntura socioeconómica actual, los jóvenes se llevan la peor parte. Apenas tienen experiencia, ven truncados sus sueños vitales de conformar su propia familia o vivir independientes y sus proyectos personales y profesionales de tener su propio negocio. ¿Qué ayuda pueden tener de un sistema que castiga a los emprendedores que deben invertir mensualmente un mínimo de 60 euros que pueden no tener y, sin embargo, sí pueden abrir una página web con un solo euro? Los llamados «millennials» no tienen la culpa de vivir en un sistema de mediados del siglo XX en pleno siglo XXI.
Por eso las familias cumplen una función esencial.
Muchas parejas jóvenes que recientemente han tenido un hijo por un regalo del destino viven en una costante y permanente situación de estrés y ansiedad ante la falta de ingresos y una falta de respuesta institucional por parte de un Estado que promete un Ingreso Mínimo Vital que ha demostrado ser un fraude perdido entre la burocracia de la mastodonte Administración General del Estado. Han de acudir irremediablemente a padres o hermanos para recibir la protección propia y de su propia criatura recién nacida debido a una situación de paro estructural que ha afectado a los jóvenes hasta ahora. Digo hasta ahora porque el encontrar trabajo con la crisis del coronavirus ya pasa de convertirse en una aventura a convertirse en una utopía.
Y si las familias cumplen un papel como actores esenciales, ¿qué ocurre con las familias desestructuradas? ¿Y con los padres que libre y conscientemente abandonan a sus hijos desentendiéndose completamente de sus necesidades? ¿Se les puede llamar «padres» por muy biológicos que sean?
Esto el Estado lo sabe, es listo. Sabe cómo funciona el sistema social y la familia como actor fundamental como prestador social subsidiario. Por ello protege a la familia. Por ello regula el divorcio. Por ello regula la obligación y el derecho de alimentos.
El Estado actúa cuando el resto de sistemas, entre ellos el familiar, no cumple su función. Y lo hace a través del Derecho y del poder judicial como ente ostentador del monopolio de la violencia legítima. Pero hasta entonces, se lava las manos.
La familia como actor esencial da cariño y amor, ofrece cobijo social y seguridad económica y hace que el ser humano sea más humano. Siempre que de verdad actúe como familia, claro.