El defecto de la mariposa
¡Cuánto me gustaría saber interpretar los signos y señales del destino, conocer el universo e interpretar la posición de las estrellas en el ancho firmamento, adivinar la combinación ganadora del euromillón en su máximo apogeo…! Pero he de conformarme con cruzar cuando toca, pagar en el super lo que me dicen, trabajar lo comprometido con mis clientes y dormir cuando se apaga la luz, como único atisbo de rebeldía.
Porque cuando veo la información, los tejemanejes, los cruces de acusaciones, los berenjenales, las traiciones, las rupturas, los cambios de posición de los políticos, no puedo sino poner cara interesante, repetir un par de latiguillos o late motivs oídos a vuela pluma en la radio a algún colega para parecer enterado y llevar el Wall Street al inodoro por si…bueno, lo dejo a vuestro libre albedrío.
En estas últimas semanas hemos asistido al culmen de la ceremonia de la confusión, y la principal interpretación que me surge es tan sencilla que avergüenza decirla de puro simplismo, pero ahí la suelto: todo está interrelacionado, intrincado, los nodos están conectados atando todos los cabos del gran juego, de tal manera que nada sucede sin ocasionar una infinidad de reacciones en cadena, emulando el más puro “efecto mariposa”.
Ya saben, una pequeña perturbación dentro de una estructura genera consecuencias imprevisibles en cualquier parte de esta. Es un apéndice de la teoría del caos. Y nunca mejor dicho, porque la situación actual ya no roza lo caótico, lo desborda, lo supera, lo colma de sensaciones contrapuestas.
Con frecuencia el equilibrio inestable en que se fundamentan muchos “pactos a la búlgara” penden de un finísimo hilo susceptible de crujirse al menor vaivén, soplido, bufido o mera brisa trufada de pútrida corrupción. Lo que un día fueron besos y abrazos, se tornan en puñaladas traperas, pucherazos y tamayazos a la siciliana, sin cabezas de equinos entre las sábanas de blanco satén, pero con idéntica pestilencia.
Nos queda claro que algun@s gestor@s vienen a la política para servirse así mism@s y a sus espurios intereses, que se afanan por “sostenella y no enmendalla” con tal de conservar la poltrona. Pero en el cénit de la traición, hemos advertido que nada es personal, todo son negocios, “business are business”, que no hay lealtades eternas, ni siquiera con el partido que les puso ahí, porque tienen los redaños de apropiarse de lo que legítimamente nunca debería ser de su propiedad, como es el escaño, sino de la entidad que lo acreditó para tal fin.
Es como si un empleado de banca o de una eléctrica se llevara sus clientes, sus cuentas, sus planes de ahorro e inversión, e incluso su silla y su mesa a otra entidad que le tentara sibilinamente, en vez de generar nuevos clientes, cuentas, planes, etc. Sé que por estas líneas habrá quien me refute que ya existe, que no hay nada nuevo bajo el sol. No en vano Caín mató a su hermano Abel, pero que lo hagan muchos no le da patente de corso ni le confiere grado alguna de bonhomía, sino que habla de epidemia y, si son muchos, pandemia.
Lo acaecido en la región de Murcia habla de la presunta corrupción de unos, de la deslealtad de otros al romper un pacto, del oportunismo de los de más allá para sacar tajada de los anteriores…para luego incluir el supuesto abuso de posición dominante de otro que expele güitos y “pone lo que hay que poner encima de la mesa” con tal de no perder el machito, pese al hediondo aroma en la zona.
Sin embargo, por mor del lepidóptero de alas anaranjadas, el efecto ha llegado hasta la Comunidad de Madrid, donde los exégetas de los divino y de la humano, esos que ven planes dentro de otros planes, que urden en las sombras y maquinan en las cloacas, ya atisbaban que su ínclita presidenta fraguaba una maniobra para convocar nuevas elecciones desde hacía tiempo y sólo esperaba un traspié de su socio de legislatura para dar el paso.
No tuvo que esperar mucho, porque el constipado murciano, que ha terminado en tosecilla discreta, ha generado una pulmonía en el centro de la península que podría haber derivado en hemorragia general, pero frenada a tiempo antes de destapar la caja de los vientos que hubiera sido fatal en estos tiempos de cólera.
La acción no puede ser más irresponsable, temeraria y derrochadora, pero va estrechamente ligada al ego de quien lo convoca, no de su triste marioneta, ni de su peón de brega. Vivimos en un permanente teatro de títeres desde 1995 del que sólo un acuerdo fuerte puede librarnos, siempre que quien vote no caiga en demagogias baratas ligadas al socialcomunismo, terrorismo, independentismo, bolivarismo, leninismo y demás ismos que ni están, ni se les espera, pero que surten efecto entre la masa ignorante.
Rota la bisagra que podía ejercer una postura equilibrante, la bipolarización se hace más que evidente y las cuatro fuerzas pueden resumirse en dos. De los que votamos depende de qué lado se vuelque la balanza…con permiso de quien corta el bacalao y maneja el cotarro en el centro de la meseta, un hombre con una flor que antes o después se marchitará, y la mariposa, por defecto, vuele en busca de otros pólenes.