En este post voy a intentar explicar como la búsqueda de la igualdad desde la perspectiva de género no tiene sentido ya que se intenta llegar a ella por medio de la igualdad de resultados y sería más conveniente que haya una igualdad de oportunidades para todo el mundo para conseguir la pretendida igualdad.
Cuando hablamos de una regulación estatal desde una perspectiva de género. Nos referimos a la regulación por parte del Estado en la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, tal como recogen las conclusiones a las que llegó el Consejo Económico y Social de las Naciones de la Organización de las Naciones Unidas (ECOSOC) en 1997. En esta comisión se define la perspectiva de género como: “El proceso de evaluación de las consecuencias para las mujeres y los hombres de cualquier actividad planificada, inclusive las leyes, políticas o programas, en todos los sectores y a todos los niveles. Es una estrategia destinada a hacer que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, así como de los hombres, sean un elemento integrante de la elaboración, la aplicación, la supervisión y la evaluación de las políticas y los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, a fin de que las mujeres y los hombres se beneficien por igual y se impida que se perpetúe la desigualdad. El objetivo final es lograr la igualdad [sustantiva] entre los géneros”.
Como se puede observar en las conclusiones del ECOSOC, se entiende que se buscaría una igualdad entre géneros en diferentes esferas como la legislativa, la laboral, la social, etc. En este post me centraré en la perspectiva de género aplicada a las cuotas de género, es decir a las leyes que propician un reparto más equitativo entre los géneros en los cargos de elección popular y por otra parte me centraré en la búsqueda de ciertos sectores de la izquierda en intentar conseguir que haya una paridad de género en diversos segmentos de la sociedad como el académico y el laboral.
Uno de los problemas que se presentan es la confusión de la igualdad oportunidades con la igualdad de resultados. En la aplicación práctica de estas leyes que supuestamente buscan la igualdad se ha podido comprobar como la legislación se ha centrado más en la igualdad de resultados que en la de oportunidades, entendiendo que hay sectores en los que los hombres están sobre representados, es decir, hay mayor número de hombres que de mujeres en determinados puestos de poder como el político, puestos directivos, dirección de grandes empresas etc.
Las políticas encaminadas a buscar la igualdad de resultados en ambos géneros parten del supuesto de que hay una discriminación hacía las mujeres que no les permite llegar a ciertos puestos de índole política (el denominado techo de cristal) o empresarial. Aquí es donde surge el problema, ya que no se tiene en cuenta las preferencias por géneros que pueden existir para elegir ciertas carreras laborales y que la categoría diferencial para elegirlas puede no ser el género.
Con la brecha salarial sucede algo similar. Por ejemplo, la Universidad de Harvard ha demostrado que la brecha salarial entre hombres y mujeres en Estados Unidos es fruto de las preferencias en lugar de la discriminación, ya que desde la década de los años 60 está prohibido que una mujer cobre menos que un hombre por realizar el mismo trabajo. Valentin Bolotuny y Natalia Emmanuel, investigadores de la Universidad de Harvard investigaron las causas por las que las mujeres cobraban menos que los hombres en el metro de Boston (EEUU). Después de estudiar el periodo comprendido entre 2011 y 2017 encontraron que los hombres trabajaron un 83% más en horas extra que las mujeres y que eran más propensos a la hora de aceptar cambios. La diferencia de sueldos se explica porque a pesar de contar con las mismas reglas y condiciones, los varones aceptaron trabajar más horas de manera remunerada y aceptar rutas más complicadas en días más complicados. En este caso ¿se deberían aplicar políticas de igualdad de resultados en las que todo el mundo cobrara igual independientemente de las horas trabajadas y la dificultad del trabajo realizado?
Volviendo a las diferencias entre géneros en determinados puestos laborales, cuando se quiere buscar la igualdad a toda costa para que haya la misma representación de hombres y mujeres no se tiene en cuenta las preferencias en la elección de carreras universitarias entre géneros. En el estudio de esta temática realizado por Capilla Navarro Guzmán y Antonio Casero en 2012, se encontró una mayor presencia de hombres en carreras técnicas y una mayor presencia de mujeres en carreras relacionadas con profesiones de ayuda o educación como Pedagogía, Enfermería o Educación Social. Desde ciertos sectores feministas se afirma que las preferencias de las mujeres por este tipo de carreras se debe a que de alguna manera han sido condicionadas desde pequeñas para elegirlas, aludiendo a que si toman esa decisión se debe más que a una decisión propia al influjo de la sociedad en la que vivimos. Desde esta perspectiva se esta empezando a dar charlas en algunos institutos para animar a las chicas a que cursen carreras de tipo técnico.
En ocasiones se ha podido comprobar como esa supuesta búsqueda de la igualdad esta revestida de tintes ideológicos. En España tenemos el ministerio de igualdad, un ministerio de tinte orwelliano en el que su ministra Irene Montero bajo la “perspectiva de género” decidió que los altos cargos de su ministerio estaría conformado solo por mujeres, debido a que históricamente han estado gobernadas por hombres, como así declaró en el programa Al rojo vivo. Aquí se puede observar las contradicciones de este tipo de políticas en las que un ministerio de igualdad elige a las personas que conformarán los altos cargos en base a su sexo.
A mi entender las políticas encaminadas a que haya paridad de género no tienen sentido, ya que el género es una categoría más como puede ser la raza o cualquier otra característica con la que alguien se sienta identificado. Una persona que considere que su categoría no se encuentra suficientemente representada ¿no tendría derecho también a pedir una cuota para que haya representación de su categoría? Por ejemplo, en los puestos de poder político ¿no tendría derecho en este caso las personas de otras razas a pedir que haya el mismo número de asiáticos, negros o blancos en estos puestos? O las personas que no se identifican ni con el género masculino y femenino también tendrían derecho a pedir que se les represente en estos puestos. Pienso que una igualdad de oportunidades real para todo el mundo sería lo más conveniente para alcanzar una mayor distribución de estos puestos.