Probablemente la mayoría de vosotros no conozcáis de servicio ayuda a domicilio. Es un campo con el que muchos ciudadanos ciudadanos no estáis familiarizados, diría incluso que desconocéis su existencia.
El SAD es un servicio que prestan los servicios sociales de cada ayuntamiento a los ciudadanos de su municipio que se encuentran en exclusión social o desamparo. Este servicio lo realiza personal sanitario y se lleva a cabo en el domicilio del usuario. Engloba cualquier situación personal o familiar, edad o enfermedad que os podáis imaginar. Lo mismo vas a duchar a un abuelito de 85 años porque es dependiente y no puede hacerlo por si mismo que supervisas la medicación del esquizofrénico, que acudes todos los días a educar a un núcleo familiar o enseñas a un niño a relacionarse mejor. Estos son solo algunos de los ejemplo del trabajo que se realiza.
Desde que empezó la pandemia los auxiliares del SAD nos hemos enfrentado a numerosos contratiempos pero quizá el más frustrante haya sido el tener que lidiar, no solo con una enfermedad completamente nueva y desconocida de la que apenas se sabía nada sino también con las normas a seguir. Y es que muchas veces un auxiliar de ayuda a domicilio se encuentra » en tierra de nadie». ¿Qué por qué no sentimos así ? Pues porqué somos personal sanitario dentro de Servicios Sociales y eso ha implicado que hubiesen grandes contradicciones en cuanto a normativas profesionales.
Mientras que en el Departamento de Servicios Sociales se instalaban mamparas protectoras para garantizar la distancia de seguridad con compañeros y usuarios y se prioriza a el teletrabajo… En sanidad se reforzaban los EPIS (equipo de protección individuales) cómo el uso de dos mascarillas ( una FFP2 y encima una quirúrgica), pantalla protectora, gafas protectoras, guantes, bata y gorro. Ni qué decir tiene que a un sanitario no le es físicamente posible mantener la distancia de seguridad ni con el usuario del servicio, ni con los propios compañeros. Con lo que el SAD se encontró en plena pandemia casi sin material de protección sanitario para su propia seguridad porque se priorizó el abastecimiento de materiales a hospitales y residencias.
Pero el verdadero problema vino para los usuarios del servicio. En muchos casos se les paralizó o se les redujo el servicio porque hubo que priorizar otros que en ese momento eran más indispensables. Ante el estado de excepción muchos ciudadanos (entre ellos los usuarios del SAD) tenían la necesidad de que se les realizase la compra a domicilio, ya que por ser dependientes mayores de 65 y por tanto personas de riesgo o casos confirmados o sospechosos de covid-19 no podían salir ellos mismos a hacerla. ¿Qué hizo el SAD? ¡Asumir esta tarea!.
Hay que decir que para que esto pudiese funcionar muchos familiares amigos o vecinos tomaron el relevo y asumieron el mando en muchos de los domicilios que hasta entonces eran competencia nuestra, haciendo un gran esfuerzo por el bien común. Aún así las secuelas tanto físicas como psicológicas que esta situación ha provocado en muchos de ellos han sido y seguirán siendo innumerables. En el mejor de los casos, los enfermos de movilidad reducida han visto mermada más aún su movilidad al no poder ejercitar su musculatura durante meses, los enfermos mentales han empeorado porque esto ha alimentado sus fobias y han dejado de tomar la medicación de forma correcta y regular por falta de supervisión, las conductas en niños y adolescentes son difíciles de trabajar pues antes conseguían evadirse de una situación familiar complicada acudiendo a centros especiales y destinados a este fin que de repente se han visto atrapados entre las cuatro paredes de su casa sin escapatoria y cara a cara con su propia realidad. En el peor de los casos, ya sabéis, esta situación los ha llevado a la muerte.
Estas situaciones han aumentado considerablemente el número de casos a cubrir y se han sumado nuevos usuarios que por las circunstancias han sufrido un cambio significativo en su vida y necesitan apoyo físico y/o psicológico para continuar con una calidad de vida digna. Afortunadamente dentro del departamento de Servicios Sociales tenemos grandes profesionales cuyo trabajo es por vocación y en tiempos de crisis nadie mejor que ellos para evaluar la situación y crear un plan de acción rápido para paliar el caos social que está provocando esta pandemia y a su vez minimizar los daños que se derivan de ella. En estos momentos la sociedad al completo está dispuesta a una lucha en común contra el covid-19 y he de decir que nada es más efectivo que la decisión global de la gente sencilla para ganar una guerra.
Este bicho es letal y ha venido pisando fuerte. En nuestras manos está el hacer un frente común para vencerlo en lugar de buscar culpables, pues de encontrarlos nada nos van a solucionar. Hoy más que nunca os digo que la fuerza está en el pueblo, dejemos de mirarnos como rivales y saquemos a flote la solidaridad, unámonos en un único objetivo y saldremos sino victoriosos, al menos si satisfechos. En la unión es q reside la fuerza.