LA GRITOCRACIA
Hace tiempo que acuñé un término, con la falta de modestia necesaria para tales asuntos. Lo llamé Gritocracia, referido a una sociedad basada en que todo el mundo opina de todo, casi como una obligación social. Un sistema en que las opiniones jerárquicas basadas en cuestiones de autoridad profesional o por formación se diluyen entre el magma de opiniones anónimas.
Es más, se genera una nueva jerarquización basada en los seguidores de cada opinólogo y desaparece la meritocracia propia de otros tiempos. La Gritocracia iguala además por lo bajo, el más tosco, el menos documentado y más simplón encuentra una oportunidad gritando más que el académico.
Lo de Maradona es el cuento de nunca acabar. Es Twitter, es la Gritocracia haciendo de las suyas. Gente opinando únicamente porque creen que deben opinar de todo sin saber, sin entender nada. No entienden quién fue Maradona ni porqué significó lo que significó. No entienden como millones de argentinos lo están llorando, pero no lloran a un médico o a un policía, desde aquí mi más sincero reconocimiento a ambos.
Pero Maradona fue otra cosa, Maradona fue un genio en un momento muy determinado que marcó, de manera inexplicable como siempre son estas cosas, a millones de personas. Todos moriremos y Maradona seguirá acá más vivo que el recuerdo de reyes, escritores o políticos. Maradona seguirá vivo dentro de 200 años mientras haya un niño pateando una pelotita en una plaza. Y quién no entienda que fue, o que es Maradona, no tiene que venirnos a explicar lo que sentimos los que sí sabemos quién fue Diego. Mientras tanto la Gritocracia chilla, pero no tiene importancia.
«Jesús resucitó una vez. Vos, miles.» Nadie podrá superar nunca en el fútbol lo que significó para millones de argentinos tu jugada fantástica contra Inglaterra 4 años después de la humillación de las Malvinas.
HASTA SIEMPRE MARADONA
O mejor dicho siempre con nosotros Maradona, porque significas los anhelos más profundos del que acaricia una pelota, porque levantaste el orgullo de un país entero e hiciste sentir ganar una guerra que perdieron los políticos. Porque fuiste el genio capaz de marcar el mayor gol de la historia del fútbol y el pícaro capaz de robar para tu pueblo un campeonato del mundo en el mismo partido.
Porque te equivocaste miles de veces pero nunca quisiste manchar la pelota. Porque lo ganaste todo pero nunca expulsaste el barrio de ti. Porque te enfrentaste a los poderosos dentro y fuera del fútbol, con el mismo descaro.
Jordan dijo un día que los republicanos también compran Nike y fue el negro más blanco de la historia de la NBA. Pero tú no, tú pudiste acomodarte entre lujos y sin embargo tatuaste en tu piel la revolución. Si alguien pide que seas un político, un ejemplo de vida sana o cualquier cosa por el estilo solo quiere hacerte daño, pero los humanos no somos capaces de dañar a los Dioses, aunque a ti siempre te dolió el pueblo. Eres el último héroe popular de un fútbol que ya no volverá, sucio, duro, antideportivo.
“Maradona se convirtió en una suerte de Dios sucio, el más humano de los dioses. Eso quizás explica la veneración universal que él conquistó, más que ningún otro jugador. Un Dios sucio que se nos parece: mujeriego, parlanchín, borrachín, tragón, irresponsable, mentiroso, fanfarrón” Galeano.