Estos días hemos visto cómo en Murcia, Madrid y Castilla y León se han presentado mociones de censura con motivo de la actual situación política. La opinión pública ha criticado y apoyado tales iniciativas a partes iguales.
Para entender qué ha sucedido, se debe entender qué es una moción de censura. Una moción de censura es un mecanismo legal en el que el pueblo soberano, mediante sus representantes autonómicos en este caso, libremente elegidos hace dos años, cambia al gobierno actual censurando su gestión con la mayoría absoluta de los representantes democráticos del electorado, conforme a la teoría de la representación política formulada por Sartori y desarrollada por Pitkin.
En países como Italia, las mociones de censura tan solo tienen la función de derrocar al gobierno, forzando su dimisión para cambiar el gobierno o para convocar elecciones. Pero la República Federal de Alemania, en su Ley Fundamental redactada y aprobada por aquel Consejo Parlamentario de las potencias aliadas occidentales en 1949, con el fin de no repetir los errores de inestabilidad política e ingobernabilidad que llevaron al fracaso de la República de Weimar, estableció una moción de censura «constructiva», frente a la «destructiva» italiana. En este tipo de moción de censura, ha de ir incluida necesariamente una candidatura a la presidencia, debe ser votada por mayoría absoluta de la Cámara. Así, al mismo tiempo que se censura la gestión de un gobierno provocando su dimisión, se inviste en el mismo acto a otro gobierno.
España ha adoptado este mecanismo en la Constitución y lo ha replicado en los Estatutos de sus Comunidades Autónomas y en la legislación local. Se pretende, ante una eventual crisis del poder, una alternativa al gobierno. En el caso de Murcia, un caso de corrupción sanitaria vinculada a la mayor crisis que hemos tenido en nuestra historia, parece, a priori, argumentar un cambio de gobierno regional, con el fin de lavar la imagen de la institución. En el caso de Madrid, se pretende, con las mociones de censura presentadas por el PSOE y Más Madrid, evitar una convocatoria electoral de la presidenta de la comunidad suscitada por lo sucedido en Murcia. Por último, como colofón que casi se podría catalogar como esperpento político por estar condenado al fracaso desde un principio, a sabiendas de su promotor socialista, se ha presentado otra moción de censura en Castilla y León.
En definitiva, las mociones de censura constructivas son necesarias para dar voz al pueblo soberano a través de sus representantes, fortaleciendo sus instituciones democráticas. No deberían ser criticadas, pero tampoco malgastadas ni denigrarlas a un uso partidista que va contra el interés general.