La situación actual en Ceuta y en Oriente Medio es una cuestión de soberanía. Todos los Estados buscan su propia protección en última instancia. Su supervivencia. Y ello lo hacen con el monopolio de la violencia legítima en el sentido de Weber.
Las leyes, también los tratados internacionales, no son más que una expresión de la soberanía, en ocasiones popular y en otras no tanto. Es por ello que la situación de Ceuta obedece a una situación de soberanía entre dos Estados que debe resolverse políticamente, con independencia de la ideología o de la moral de cada uno, ya que la política, desde tiempos de Maquiavelo, no está directamente relacionado con la moral.
La situación en Oriente Medio es exactamente el mismo: Israel y Palestina pretenden imponer, cada uno por su cuenta y con independencia de la razón que se tenga, su propia soberanía sobre un territorio sin paz desde hace casi 75 años. El fin justifica los medios para asegurar la supervivencia del ente estatal.
No obstante, cuando la moral entra en el juego político a través de impactantes imágenes para la opinión pública internacional, el análisis político debe volverse mucho más objetivo, si cabe, para evitar caer en decisiones precipitadas.