Asociada con el folklore judío, la figura del Golem corresponde a una criatura animada por unos iniciados, mediante rituales mágicosy códigos hebreos. En hebreo, golem significa «embrión» o «incompleto».
Una de las leyendas más conocidas, relacionadas con este personaje, es la del Golem de Praga. En el siglo XVI, los cristianos persiguieron, en esta ciudad, a la comunidad judía mediante pogromos. Por ello, el rabino Loew creó un gigante de arcilla para proteger a su pueblo del terror y de las masacres. Un día, el gigante no obedeció a su maestro y destruyó todo a su paso. Así nació el mito de la creación que se escapa de las manos de su demiurgo.
La mitología judía ha sido una fuente inagotable de inspiración para obras literarias y cinematográficas. Mary Shelley se basó tanto en el mito del Golem como en el de Prometeo para escribir Frankenstein en 1818. Más concretamente, la novela de Gustav Meyrink, publicada en 1915 y titulada El Golem, utiliza la leyenda en cuanto a su transposición sobre una sociedad marcada por la revolución industrial, donde el hombre es explotado como una máquina. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, la deshumanización del mundo, las transformaciones sociales causadas por la tecnología y el desarrollo del capitalismo salvaje se convierten en temas recurrentes en la ciencia ficción y, más particularmente, en la distopía.
Esta no deja de ser una anticipación pesimista de lo que sería el mundo si el progreso escapara de las manos de sus creadores. El mito del Golem también lo es.
En el cine, el expresionismo alemán está intrínsecamente vinculado a la ciencia ficción, que a menudo ilustra con un gran carga simbólica. Es en este contexto en el que Paul Wegener escribió, dirigió e interpretó en 1920, El Golem, una adaptación del mito del sirviente que se niega a ser explotado por su creador. El cine hace posible dar literalmente vida a esta criatura inanimada y se convierte, en este contexto histórico, en una metáfora de los resistentes en tiempo de totalitarismo.Unos años más tarde, Fritz Lang desarrolló esa idea en 1927 en Metrópolis, que se considera la primera distopía cinematográfica. Además de anticipar la opresión capitalista, la lucha de clases y las megalópolis, Fritz Lang predice el advenimiento de los robots y la inteligencia artificial al retomar el mito del Golem y llamar la atención de los espectadores sobre los peligros potenciales del progreso tecnológico y, más particularmente, de la robótica. Los robots, al igual que el Golem, algún día podrían liberarse del dominio de sus creadores, gracias a la evolución de la inteligencia artificial. Metropolis inspiró una gran cantidad de películas que van desde desde Blade Runner hasta Ex-Machina, pasando por Brasil, Robocop o A.I. inteligencia artificial.
El mito del Golem es también especialmente omnipresente en el mundo de los cómics estadounidenses, ya que la figura del superhéroe es una transcripción de esta criatura creada para servir a la comunidad. Esta proyección no es sorprendente, ya que los primeros diseñadores de cómics, Harry Hershfield, Milt Gross o Reuben Goldberg, eron todos judíos que huyeron de Europa a principios del siglo XX, y que llevaron con ellos sus mitos y leyendas. En sus dibujos satíricos narran, de forma velada, la dificultad de integración y el choque cultural al que se enfrentan en los Estados Unidos. En total, entre 1880 y 1920, dos millones de judíos europeos emigraron a Estados Unidos.
Más tarde, en 1933, Jerry Siegel y Joseph Schuster, dos hijos de inmigrantes judíos y fanáticos de los cómics de ciencia ficción, crearon el personaje de Superman. Kal-El (en hebreo «todo lo que Dios es») simboliza al inmigrante judío que dejó su comunidad a punto de ser aniquilada para llegar a la tierra prometida, en este caso los Estados Unidos. Superman es el golem, la creación de Siegel y Schuster para dar esperanza y fortaleza a los judíos estadounidenses a pesar de las persecuciones.
En 1941, Stanley Martin Lieber, un joven, hijo de inmigrantes judíos rumanos de 17 años, que servía cafés a los creadores del Capitán América en los locales de Timely Comics, publicó su primera lámina. Como quería convertirse en novelista y reservar su verdadero nombre para ese cometido, Lieber se convirtió en el que hoy conocemos como Stan Lee. Después de que Timely Comics se convirtiera en Marvel Comics en 1960 y emulado por la competencia de DC Comics, que conocía el éxito con la Justice League, Stan Lee creó los Cuatro Fantásticos, uno de los cuales, La Cosa, es una representación más que obvia del Golem judío.
Con todo lo expuesto, es interesante notar la importante influencia de la tradición judía en la producción literaria y cinematográfica dentro de la ciencia ficción. Durante mucho tiempo, este fue un género abandonando y rechazado por los principales autores de la época, que no lo consideraban digno de interés. La comunidad judía, sin duda, contribuyo a restaurar su credibilidad y le trajo una visión interesante sobre temas como la opresión y la esperanza.
Un comentario
Interesantísimo, lo he disfrutado y he aprendido un montón.