Thomas Sankara el último grito por África I

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La historia de la humanidad está llena de grandes personajes con más oscuros que claros y sin embargo tapa a otros cuya pequeña sombra se extiende firme dando cobijo para que crezcan futuras flores. Haciendo caso a Fidel Castro y su famoso discurso durante su juicio, “Podéis juzgarme, ¿Qué importa? La historia me absolverá”, hay personajes que la historia acaba absolviendo tanto por sus acciones como, sobre todo, por su intención.

Mucha gente no sabrá que Thomas Sankara fue un revolucionario y líder de un país del que cambió hasta el nombre. No mucha gente sabe que el país que hoy conocemos como Burkina Faso es el resultado de renombrar a la antigua colonia francesa Alto Volta como el país de los hombres íntegros algo que realizó Thomas Sankara el aniversario de su toma del poder.

Sankara fue un capitán militar que presidió Burkina Faso de 1983 a 1987, desde sus 33 años en los que dio un golpe de estado apoyado por amplias capas populares frente a la dictadura de Alto Volta, hasta sus 37 años donde fue asesinado en un complot por su mejor amigo y sucesor Blaise Compaoré quien dictó sobre el pueblo burkinés desde 1987 hasta 2014 desarrollando un régimen del terror sirviendo a los intereses exteriores.

La principal característica de la política de Sankara fue su anti-imperialismo, muy influido por la figura de Ernesto Ché Guevara y la revolución cubana. Durante su gobierno trató de evitar la ayuda exterior para evitar las injerencias sobre su país y denunció la deuda externa como la herramienta clave de los poderes internacionales para sojuzgar a los pueblos. La idea de Sankara era plantear las políticas africanas de manera continental pues de manera individual cada país sería derrotado pero si el continente al completo se negaba a pagar la deuda ilegítima podrían conseguir renegociarla y escapar del yugo neocolonial. Siguiendo esta idea en una conferencia de todos los presidentes africanos expuso dicha propuesta, siempre influido por su panafricanismo. Por cierto, 4 meses después fue asesinado.

A nivel nacional su política se orientó hacia 3 objetivos, lograr la autosuficiencia alimentaria del país, la alfabetización completa y la vacunación masiva (2.5 millones de niños vacunados bajo su corto mandato).

Para conseguir estos éxitos sociales confrontó con los terratenientes feudales eliminando sus privilegios y desarrollando una reforma agraria donde la tierra pasó a los campesinos así como la estatalización progresiva de sectores estratégicos de la economía. Además trató de articular y modernizar el país a través de una importante campaña de obras públicas como la construcción de ferrocarriles y carreteras encaminados a conectar el país. Económicamente el proyecto político de Sankara era que el pueblo produjese en primer lugar su propia comida y en segundo lugar el algodón necesario para vestir a toda la población. Para ello, a parte de la reforma agraria, fomentó la industria textil nacional en manos del Estado para que el algodón nacional se trabajase dentro del país y los productos se consumiesen dentro del país.

Junto a todas estas medidas, su personalidad despegada de lo material, su juventud y oratoria Sankara adquirió una popularidad extrema entre el pueblo pero granjeándose la enemistad y recelos de los otros participantes en la revolución con la que tomó el poder como el propio Compaoré, lo que se sumó a los ataques frontales del neocolonialismo francés tanto de la metrópoli como de los gobiernos más serviciales de las antiguas colonias. Y por último de los grandes terratenientes y oligarcas del país que veían sus intereses diezmados notablemente con la revolución.

El breve gobierno revolucionario de Sankara se saldó con varios éxitos impresionantes, en primer lugar su propia figura generó una influencia exterior nunca antes vista para Burkina Faso convirtiéndose en una de las figuras claves dentro del continente y respetado por los gobiernos comunistas a lo largo del globo.  En 4 años Burkina Faso no sólo consiguió la autosuficiencia alimentaria si no que se encontró con excedentes que pudo exportar pasando de una producción de 1700kg por hectárea a 3800kg de media. Estos éxitos iniciales del gobierno de Sankara unidos a las cuestiones sociales que desarrollaremos en el siguiente artículo hicieron que fuese visto como un héroe, aunque nunca supo que se convertiría en un mártir.

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