El derecho a portar armas es preciso entenderlo como parte del derecho básico a la libertad, a la propiedad y en especial a la vida. Si tenemos un derecho natural a esas tres cosas, hemos de tener el derecho a defenderlas, muy en especial en el último caso, el de la vida, que en general es el bien más preciado de cualquier ser humano.
Prácticamente todo Estado reconoce los tres mencionados derechos básicos, y en consecuencia provee los medios adecuados para la defensa de los mismos, tanto mediante las fuerzas de seguridad como mediante la justicia, pero tales fuerzas no son omnipresentes y no siempre hay margen u opción para solicitar su auxilio, lo que hace muy conveniente una capacidad de defensa personal inmediata y eficaz.
Hay que puntualizar que la defensa personal no requiere en principio más allá de un arma corta de calibre adecuado para repeler a un agresor (un 9 parabellum o un 38). Fusiles de asalto y armas de guerra en general no son tan fáciles de manejar, requieren entrenamiento y práctica, y no digamos ya en cuanto a portar por la calle; por otra parte si hay que hace frente a una horda de asaltantes probablemente sea mejor opción tratar de escapar y poner la vida a salvo que hacerles frente de forma individual, ya que en conjunto seguramente traerán más armas y más munición. La defensa frente a cierto tipo de ataques puede ser sólo viable para profesionales.
El derecho a la posesión de armas resulta especialmente relevante en el interior del domicilio particular, ya que ante una intrusión o ataque dentro del mismo la situación de indefensión frente a un atacante puede ser total y con doble riesgo, para la vida y las propiedades. Por otra parte si un atacante sabe que de forma generalizada la población está armada dentro de sus domicilios, y además hay un apoyo legal a la autodefensa armada, los delincuentes se lo pensarán mucho antes de entrar en un domicilio habitado a cometer fechorías.
Portar armas en la vía pública, lugares de trabajo y ocio y similares, puede ser más o menos conveniente según el país, lugar, hora, contexto y por supuesto persona que las porta. Hay países en los que salir a la calle sin un arma es sentirse desnudo, y así me lo manifestó en su momento una persona que en el país en que vivía nunca salía a la calle sin su revolver, el cual tuvo que sacar en más de una ocasión, tanto para intimidar a un grupo de agresores como para repeler una agresión.
La objeción habitual al libre derecho a portar armas es que todo el mundo se compraría una pistola y nos liaríamos a tiros a la primera de cambio, o habría tiroteos masivos como en EE UU. Creo que hay muchas razones para pensar que tal cosa no ocurriría en un país como España.
Si bien EE UU es la referencia habitual de los peligros del libre acceso a las armas de fuego, hay que empezar por distinguir entre armas de autodefensa y armas de guerra; no tiene mucho sentido poner en manos del público en general armas de asalto y de guerra, que suelen ser las protagonistas habituales de los tiroteos a cargo de algún descerebrado al que nadie controló. Por otra parte no se reportan tiroteos ni problemas significativos con las armas de fuego en países que seguramente nos suenan de lo más civilizado y pacífico, como Austria, Finlandia o Suiza, que sin embargo están entre los 10 países del mundo con más armas per cápita. Cabe interpretar que con el control y la cultura adecuada de las armas, estas no son el peligro que muchos temen.
En España en la actualidad hay cerca de tres millones de armas de caza y tiro deportivo en manos de civiles, y en las de tiro deportivo se incluyen muchas que entran más en la defensa personal, sin embargo los incidentes con armas de miembros de estos colectivos son prácticamente inexistentes, lo que me parece una significativa muestra de que con los controles adecuados las armas en manos de particulares no son un riesgo para la población en general.
Aparte de todo lo anterior, incluso un arma corta para defensa es algo que pesa y abulta, lo suficiente como para ser un engorro llevarla siempre encima. Además es algo que es mejor llevar pegado al cuerpo, ya que no es muy prudente pensar en llevarla en un bolso de mano, el bolsillo de la chaqueta o el abrigo, tal que si te quitas la prenda no sólo quedas separado de tu arma sino que te expones a olvidarla o que sea robada con la prenda. Creo que por tanto, y dado el bajo riesgo en general de un asalto en la calle, poca gente en España llevaría un arma encima por la calle si se legalizase tal cosa.
Hay que preguntarse si las restricciones a la tenencia y porte de armas lejos de enmarcarse en un miedo poco justificable a posibles tiroteos o incidentes callejeros, se explica más por un miedo gubernamental a tener a una población significativamente armada. Probablemente uno de la mejores muestras que puede dar un gobierno de confiar en la honestidad de la gestión que realiza es no tener miedo de que su población esté armada. Un excelente ejemplo al respecto es Suiza, una de las democracias mejor consideradas del mundo, uno de los países con más armas per cápita del mundo (cuatro veces más que España) y no sólo eso, sino que los hombres en edad militar tienen el fusil en casa durante todos los años que se les considera en activo, pudiendo conservarlo después, sin que a nadie se le ocurra agarrarlo y liarse a tiros con la pizzeria de la esquina ni cosa parecida.
Como conclusión, creo que es perfectamente exigible el derecho a la libre tenencia y porte de armas de autodefensa por particulares, dentro de las debidas formalidades en cuanto a controles psicotécnicos, pruebas de conocimiento y manejo de armas para obtención del oportuno permiso, así como garantías de seguridad y custodia en el domicilio, es decir, las mismas que ya se aplican para armas de caza y tiro deportivo, pero extensivas a armas de autodefensa. Mientras que no se ponga un arma de fuego en manos de un desequilibrado ni de una persona que no sepa la elemental seguridad que requiere el manejo de un arma, no veo más problema que el miedo del Gobierno a una sociedad capaz de defenderse por sí misma.