La relatividad de la palabra democracia.

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Las palabras son las herramientas con las que se construyen las sociedades. No todas las palabras son igual de importantes, hay muchas palabras o expresiones que con los años cambian de significado simplemente por el hecho de que los tiempos cambian, sin que por ello haya consecuencias socio políticas graves. Por el contrario hay palabras que son especialmente importantes, son aquellas con las que definimos la realidad que compartimos. Palabras son los principios de los que emanan las leyes, los derechos son palabras, también lo son los propios procesos y sistemas políticos. Palabras como democracia, libertad o derechos están vinculadas a la construcción de los consensos colectivos que facilitan la convivencia en los grupos humanos.

Las palabras son parte de los útiles de los científicos sociales y por eso hay que hacer énfasis en usar las definiciones de la forma más correcta. Cuando las palabras empiezan a definir demasiadas cosas la consecuencia directa es que pierden poder explicativo. Ha pasado algo así con un término tan importante para comprender el mundo como la palabra democracia. Y ahora con todo lo que está pasando me preocupa que termine por suceder lo mismo con la palabra derechos y la palabra libertad. Ya aviso que por ahí sí que no voy a pasar. Que no me cuenten cuentos que no me los voy a creer… y lo mismo les respondo con algún exabrupto.

La democracia como sistema político tiene dos facetas susceptibles de análisis, los procesos y los resultados. A menudo la gente se queda solo en los procesos, y eso en el mejor de los casos. En el subconsciente colectivo se asocia la democracia al hecho del votar, parece como que mientras nos dejen votar todo lo demás importa menos. Pero no es así, en China también se vota. La situación es más grave de lo que parece. No hablo solo del Estado de Derecho, la separación de poderes o la Igualdad ante la Ley, eso daría para una serie de artículos completa. Parece que nadie tiene en cuenta los resultados que se supone debería tener una democracia. Conceptos como la permeabilidad social o el índice de Gini son completos desconocidos para la mayor parte de la gente.

Si dejamos que nos roben el significado de una palabra tan importante es posible que no la merezcamos. Quizá aun no hemos aprendido lo que es ser ciudadanos. Ni tenemos por qué ser súbditos, y mucho menos vasallos aunque algunos se empeñen en avasallarnos. El amplio rango que cubre la palabra democracia va desde un país como Honduras a uno como Suiza ¿Hasta qué punto es práctico el uso del mismo término para definir un abanico tan amplio de realidades? Me recuerda un poco a la palabra vehículo. Un monopatín y un cohete espacial son vehículos, pero cambia mucho de usar uno a usar otro. No vas a ir al mismo sitio ni vas a viajar de la misma manera. Si quieres transmitir un mensaje que informe correctamente al resto de interlocutores debes usar palabras que acoten la realidad dentro de extremos razonables y a ser posible razonados. Ya sea un vehículo o un sistema politico si queremos entendernos con el resto de seres humanos es importante elegir las palabras adecuadas.

El papel lo aguanta todo, sin embargo, la deriva del papel a la realidad la aguantan los ciudadanos. Lo importante es el espíritu de las leyes, las palabras y principios de los que emanan. Y ahí los politólogos tenemos una labor pedagógica clave. No podemos caer en juegos de palabras o eufemismos, ni por condescendencia ni por intereses materiales, hay que llamar a las cosas por su nombre. Quizá sea el momento de empezar a construir sociedades con palabras nuevas antes que lo hagan otros reinventando el significado de las que usamos todos.

 

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