El asalto al Capitolio

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El asalto al Capitolio

El año 2021 empieza fuerte a nivel político con unos hechos que tardaremos tiempo en olvidar, esta es una época extraordinariamente entretenida para ser politólogo.

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El año 2021 empieza fuerte a nivel político con unos hechos que tardaremos tiempo en olvidar, esta es una época extraordinariamente entretenida para ser politólogo.

La situación política es extraordinariamente grave, el país más poderoso del último siglo sufriendo un asalto a su poder legislativo por parte de una muchedumbre enfurecida que no reconoce el resultado de las elecciones.

Las imágenes resultan incluso cómicas si uno se distancia lo suficiente, ¡qué gran cine hubiera hecho Berlanga con todo lo que esta pasando!.

Todo esto viene precedido por una grave fractura social. Muchos norteamericanos se sienten cada vez más distanciados de las instituciones públicas y manifiestan un profundo rechazo a los candidatos del establishment. Tanto Trump como Sanders son precisamente la respuesta política a ese agotamiento del crédito institucional frente al electorado. Hace unos años era impensable escuchar a un político norteamericano declararse socialista, como se proclama Bernie Sanders. Era poco menos que un suicidio político.

Durante estas elecciones las posiciones se han distanciado si cabe todavía más. Los discursos y las actitudes se han endurecido, dificultando así la creación de puentes o espacios de diálogo entre ambos bloques. La sociedad norteamericana se está partiendo en dos y puede haber rebasado el punto donde la reconciliación ya no es posible. Las palabras de los políticos enardecen los ánimos de los ciudadanos, pero a menudo olvidan las consecuencias que se pueden desatar cuando los sucesos escapan de su control.

Hay pocas cosas más peligrosas para una democracia que el no reconocimiento del resultado por una de las partes. Suele ser reconocido como uno de los indicadores clave que nos indican que ese sistema político esta próximo al colapso. Si la gente siente que no tiene vías democráticas para su participación política, opta por participar políticamente por vías no democráticas. Esto lógicamente puede y suele incluir la violencia.

No voy a entrar a valorar quien tiene la razón en USA, de hecho en política lo normal es que ambos bandos tengan sus razones perfectamente legítimas. Mientras no se reconozcan las razones del otro, difícilmente se van a poder negociar acuerdos de convivencia.

Una nación dividida es una nación débil, y precisamente en este momento los Estados Unidos no puede permitirse algo así. Los chinos deben de estar frotándose las manos y en el resto de occidente deberíamos de estar bastante preocupados.

No nos equivoquemos, USA es el país central de la civilización occidental y si colapsa, las consecuencias sacudirán a todo el planeta, pero especialmente a aquellos países que formamos parte de la misma civilización. No penséis que los chinos serían mejor hegemon que los estadounidenses. A mí me viene todo el rato a la cabeza la frase de Orwell Rebelión en la granja: «cuidado con cambiar de amo no sea que el amo nuevo venga con hambre atrasada». Y Orwell de comunistas sabía un rato.

Acabar con Trump no significa acabar con las razones de las que emana el trumpismo. Además ahora tienen mártires y héroes. El relato se sigue afianzando por ambos lados y no parece haber una personalidad política de la talla necesaria para volver a unir a los norteamericanos. No me gustaría estar en la piel de Biden, o quizá debería decir de Harris…, que ese es otro tema.

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