La libertad según Benjamin Constant

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LA LIBERTAD Y SU HIPERTROFIA DISCURSIVA

Quizá el término libertad sea el más utilizado y promulgado durante siglos por toda la humanidad. Diferentes ideologías han tomado dicha palabra como eje sobre el que giran una ristra de principios creados ex profeso y que a menudo no tienen nada que ver con ella en sí misma.

A cuenta del concepto de libertad vinculada a una determinada forma de hacer política, Benjamin Constant pronunció el 20 de febrero de 1819 en el Ateneo de París su célebre discurso acerca de la libertad de los antiguos comparada a la de los modernos  que a la postre se convertiría en uno de los pilares teóricos imprescindibles para entender el liberalismo moderno.

El pensamiento moral y religioso de Benjamin Constant recibió influencias de Jean-Jacques Rousseau e Immanuel Kant, basando su teoría de la libertad en la posesión y disfrute de los derechos civiles y en el mantenimiento del imperio de la ley. Principios como el de la responsabilidad individual lo establecería como esencial para la existencia de la libertad y para evitar que la sociedad fuera un caos.

LAS LIBERTADES: LIBERTAD DE LOS ANTIGUOS vs LIBERTAD DE LOS MODERNOS

‘»Los antiguos pueblos no podían conocer sus necesidades ni sus ventajas: su organización social los conducía a desear una libertad del todo diferente de aquella que nos asegura este sistema” – Benjamin Constant

La libertad de los antiguos conlleva en sí misma una estima extraordinaria del modelo de Esparta o de la Roma republicana y que siglos más tarde será el modelo adoptado por los revolucionarios franceses. El tipo de libertad que tuvo la sociedad en las repúblicas antiguas se basaba en la participación activa en el poder colectivo. Esta participación fue esencial porque constituía la única forma a través de la cual cada ciudadano aseguraba su importancia política en la comunidad, gracias todo ello a que la pequeña extensión del territorio y el escaso número de sus habitantes de estas ciudades así lo permitían.

Si nos situamos en el contexto social de la época, la influencia de la sociedad con sus miembros era mucho más elevada que la que se desarrolla en tiempos de la Revolución y, por ende, la política. Para los ciudadanos de las antiguas repúblicas, el ejercicio de los derechos de la ciudadanía constituía la ocupación más importante de la vida de los ciudadanos libres, y la actividad política imponía una renuncia a la independencia individual y al disfrute de los goces privados en beneficio del colectivo. Dicha renuncia, asumida de buena manera por ser condición necesaria para conservar su importancia política y su parte en la administración del Estado, era aceptada por los habitantes de las antiguas repúblicas de modo que para ellos no era importante la idea de la libertad individual, esta no hacía parte de su posible campo de experiencia, conque no sentían ningún tipo de necesidad por la libertad moderna.

El tipo de libertad a la que aspiraban los habitantes de las repúblicas antiguas, de acuerdo con Constant, corresponde a lo que es denominado actualmente »libertad republicana». Los ciudadanos de las repúblicas griegas y romanas ejercían su poder político de forma directa sin necesidad de delegarlo en representantes públicos electos. Tal y como cita Constant, eran capaces de ejercitar directamente, y no a través de representantes elegidos, “Comparad ahora esta libertad con la de los antiguos. Esta consistía en ejercer colectiva, pero directamente, varios aspectos incluidos en la soberanía: deliberar en la plaza pública sobre la guerra y la paz; en concluir con los extranjeros tratados de alianza; en votar las leyes, pronunciar las sentencias, examinar las cuentas, los actos, las gestiones de los magistrados, hacerlos comparecer ante todo el pueblo, acusarlos, y condenarlos o absolverlos» (Constant, 1819, p. 3).

Esta participación activa en la vida pública tenía un serio inconveniente, y es que requería un elevado costo en lo que a logística de personal y a privacidad individual se refiere. El ciudadano se entregaba por completo a las decisiones del legislador y a su vez se hallaba sometido a la autoridad de la multitud presente, estando todas las acciones privadas sometidas a una severa vigilancia.

“Es el derecho de no estar sometido sino a las leyes, no poder ser detenido, ni preso, ni muerto, ni maltratado de manera alguna por el efecto de la voluntad arbitraria de uno o de muchos individuos: es el derecho de decir su opinión, de escoger su industria, de ejercerla, y de disponer de su propiedad, y aún de abusar si se quiere, de ir y venir a cualquier parte sin necesidad de obtener permiso, ni de dar cuenta a nadie de sus motivos o sus pasos: es el derecho de reunirse con otros individuos, sea para deliberar sobre sus intereses, sea para llenar los días o las horas de la manera más conforme a sus inclinaciones y caprichos: es, en fin, para todos el derecho de influir o en la administración del gobierno, o en el nombramiento de algunos o de todos los funcionarios, sea por representaciones, por peticiones o por consultas, que la autoridad está más o menos obligada a tomar en consideración.” – Benjamin Constant

A diferencia de la libertad de los antiguos que consistía básicamente en la participación de todos los ciudadanos en los asuntos públicos, en los Estados modernos esto no es viable por dos motivos principalmente: demográficos y territoriales.

En la actualidad, es imposible pensar en las sociedades modernas como ciudadanos tan dependientes del colectivo y tan expuestos a la influencia de este. Los hombres de las sociedades modernas necesitan de total independencia en todo aquello vinculado a sus ocupaciones y la esfera de su actividad personal. Fuera de él solo les interesa estar representados mediante delegación y así disponer de tiempo para sus actividades.

Y  a este concepto de libertad moderna le corresponden dos dimensiones, una denominada libertad negativa y otra denominada como la libertad positiva:

  • Libertad negativa: esta comprende para Constant un concepto muy cercano a la experiencia personal de la seguridad. La libertad negativa es, entonces, aquello que los individuos tienen el derecho de hacer y es aquello en que la sociedad no tiene el derecho a intervenir. La dimensión privada del individuo queda completamente separada de la sociedad. El individuo domina con total libertad su ámbito privado y el ámbito público queda por fuera, bajo el control de la sociedad. Libertad es el nombre dado al límite que separa esos dos espacios de acción, a la barrera más allá de la cual cualquier intervención de la sociedad es ilegítima, donde el individuo decide cada cosa por sí mismo.
  • Libertad positiva:  la libertad moderna sería incompleta si se redujera a su dimensión negativa. Así como para los ciudadanos de la antigüedad el peligro de su libertad consistía en que los hombres solamente daban valor a la acción política directa, desconociendo la importancia de los derechos y de los goces individuales, el peligro de la libertad moderna consiste en sobrevalorar el disfrute de la existencia privada y abandonar la existencia pública. Encerrarse en el territorio del individuo y no hacer uso de derechos políticos como el de examinar el presupuesto estatal, el derecho de voto, el derecho de acceder a los cargos públicos, el derecho a la crítica mediante el ejercicio de la libertad de prensa, puede conducir a que los gobernantes que quieran abusar de su poder lo hagan sin ninguna resistencia y terminen destruyendo la autonomía privada.

EN RESUMEN: LOS RIESGOS DEL DESEQUILIBRIO DE LA ESFERA PRIVADA

Para Constant, no hacer uso de los derechos políticos puede conducir a que se rompa la delicada balanza entre libertad privada y libertad pública. Si el ejercicio de la libertad pública se contrae radicalmente y no se ejerce por dedicarse cada uno a sus propios asuntos, el gobernante podrá expandir su dominio más allá de lo permitido, destruyendo así la libertad moderna.

Contra esta amenaza a la libertad, Constant reclama un fortalecimiento de la democracia, el cual se debe concretar en el ejercicio de las libertades políticas: la práctica de la libertad de prensa, el control por parte de la sociedad civil de las actividades de los funcionarios públicos mediante una opinión pública crítica y deliberante y con el desempeño de una vigilancia activa y constante sobre los representantes elegidos para ver si cumplen exactamente con su encargo.

Si estos derechos políticos no se ejercen y se confía en la buena voluntad de los gobernantes y en sus promesas de respeto a las leyes y a la constitución, se crea un vacío en el ejercicio del poder. Pretender disfrutar de los derechos privados sin hacer uso de los derechos políticos, »esto sería una locura, semejante a la de un hombre que bajo el pretexto de no habitar sino un primer piso, pretendiese edificar sobre la arena un edificio sin cimientos» (Constant, 1819).

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